lunes, 5 de diciembre de 2011

CARTA DEL HERMANO MAYOR

Estimados amigos y hermanos en Cristo:


Empezamos un nuevo tiempo eucarístico, que para más importancia, es el primero del año litúrgico: el Adviento. Tiempo de espera. Esperamos ansiosos la venida del Mesías, del Salvador. De aquel que revolucionaría la historia de la humanidad para encauzarla hacia la verdadera razón de ser.

En estos días celebramos que el hijo de Dios nació de María en Belén de Judá, hace 2011 años, para hacerse presente entre nosotros en forma humana. Para equipararse a nosotros. Para demostrarnos que la impureza de los humanos, se puede superar con la fiel observancia de las “normas” que nos da el Padre.

Celebramos que viene “viene para ayudarnos”, para salvarnos.

Pero ahora, en este momento, sigue estando aquí. Está en nuestro corazón, en nuestro cuerpo. De nosotros depende el reconocerlo y que se haga presente en nuestra vida.

Estas fechas son perfectas para que se produzca el cambio en las personas que todavía, no lo hemos conseguido plenamente. Jesús está esperando a que le abramos la puerta para ayudarnos. Y este es un gran error nuestro. Debería ser al revés, tendríamos que ser nosotros los que le deberíamos de ayudar a Él.

Ese es, a mi juicio, el verdadero cambio para el cristiano. Darnos cuenta de la presencia de Jesús en nosotros, no mantenerlo encerrado y proclamarlo a los cuatro vientos.

Él no tuvo miedo de hacerlo y se enfrentó con fuerza y determinación a quienes les estaban suplantando en las enseñanzas divinas. Seamos, pues, verdaderos seguidores suyo y empecemos a ayudarle en nuestra propia salvación.

Estemos alegres en este mensaje que nos transmite Paz y Felicidad a los hijos de Dios.

Sean estas fechas navideñas las que recordemos siempre por ser las que nos cambió definitivamente en nuestro comportamiento.

Que nos recuerden las generaciones futuras por ser los que cambiamos la forma de vida de los hijos de Dios.

Que así sea. Os lo deseo de corazón.

Feliz Navidad y que el Hijo de Dios reine en cada uno de nosotros.



Manuel Jesús Almonte Hijón